19 oct 2014

Autodeterminación afectivo-sexual y soberanía corporal de las mujeres jóvenes

Publicado junto a Ángel Amaro, en el blog Diáspora Queer.
 
Según la actual “Ley Orgánica 2/2010 del 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo”, en cuyo artículo 3.3 del Título Preliminar se dice “nadie será discriminado en el acceso a las prestaciones y servicios previstos en esta ley por motivos de origen racial o étnico, religión, convicción u opinión, sexo, discapacidad, orientación sexual, edad, estado civil, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, se hace hincapié en una visión multidimensional de la realidad sociosanitaria. Esta concepción integral y democrática en el acceso a un servicio público, gratuito e universal, aún con limitaciones, es un planteamiento que quiere negar el presente gobierno de Rajoy.

Hoy en día estamos viviendo una reactivación cristofascista que estigmatiza, infantiliza y criminaliza el cuerpo de las mujeres, especialmente el de las mujeres jóvenes. Todo un ideario y una praxis moralista que anula la libre determinación de las adolescentes en relación a sus afectividades, sus sexualidades y sus gestiones corporales. Todas ellas constituyen y vertebran la identidad soberana de cualquier persona. Las políticas patriarcales encaminadas a menguar, minusvalorar y retrotraer estas libertades, suponen la punta de lanza de todo un aparato heterofalopatriarcal cuyo único fin es descomponer la dignidad y la identidad de las mujeres.

Esta maquinaria sociopolítica, judicial y mediática se materializa, además, en la falta de concreción de las medidas que la actual ley promueve en su articulado, en el que se recoge la necesidad de integrar en la educación formal tanto la salud sexual y reproductiva, como la diversidad afectivo-sexual. De esta manera se obvia la realidad de las mujeres bisexuales, lesbianas, transexuales y transgéneros, y de las mujeres jóvenes en general, que no tienen acceso durante la enseñanza formal a referentes libres de androcentrismo y heterocentrismo. No es de extrañar que los mismos que nos oprimen fomentasen la objeción de conciencia a Educación para la ciudadanía, limitasen la reproducción asistida a mujeres lesbianas, bisexuales y solteras, y recorten sistematicamente los presupuestos destinados a la prevención de la violencia de género, especialmente intrajuvenil.

Éste es uno de los atentados institucionales que acometió el gobierno del PP, dejar totalmente inoperante la presente ley con la aprobación de la LOMCE, cargándose de esta forma la coeducación, la prevención de las violencias patriarcales, la cultura de la paz y la convivencia de todas las orientaciones sexuales e identidades de género. Un modelo educativo que se legitima en el adultocentrismo y la asexualización de la juventud; es decir, se niega la sexualidad y no se aborda ninguna cuestión relativa a ella, en una sociedad en la que el sexo es el epicentro de la cotidianeidad. Sin una educación afectivo-sexual integral, las adolescentes se ven abocadas a una vulnerabilidad y precariedad constantes.

El cinismo institucional llega a tal punto que alimenta la violencia simbólica hacia las mujeres jóvenes, fomentando estereotipos y prejuicios que giran en torno al arquetipo de una adolescente irresponsable, egoista y mala madre. De esta manera, quiere negárseles el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo, socializando datos erróneos y confundiendo a la ciudadanía con teorías teledirigidas desde la Conferencia Episcopal.

Según ACAI (Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción Voluntaria del Embarazo) entre el 2010 y el 2011 abortaron 1186 mujeres de 16 y 17 años, de las cuales solamente 151 (un 12,73%) alegaron un conflicto grave para no informar de su decisión a padre, madre, persona con patria potestad, tutor o tutora. Entre los conflictos manifestados se encontraban los malos tratos, la emancipación sin relación con progenitores/as o que éstos/as vivían en el extranjero. Observamos, por parte del gobierno, una manipulación sobredimensionada de una realidad que es muy minoritaria y cuyos argumentos son muy evidentes. No se entiende, pues, ninguna reforma que limite el derecho de las mujeres jóvenes a decidir sobre sus propios cuerpos.

Referencias:



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